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martes, 10 de abril de 2012

Liberar el sufrimiento

Dentro de todos nosotros hay dolor. Muchos quisiéramos 'regresar a casa con nosotros mismos' y quedar libres del sufrimiento que arrastramos, pero nos negamos a tomar contacto con la fuente del mismo, el dolor que hay dentro de nosotros. Tenemos miedo a vernos sobrepasados por el dolor, la pena, la desesperación, vernos sobrepasados por un estallido de enojo y hasta cólera que contenemos en nuestro interior y que, como un potro salvaje, pugna por soltar la soga a la que está atado en un establo abandonado de nuestra mente. Y el dolor dentro de nosotros también refleja el dolor del mundo.

Tratamos de huir del dolor reprimiéndolo, anestesiándolo, ya sea por el camino del consumo adictivo (consumismo): consumimos televisión, revistas, música, comida, medicamentos preventivos, ansiolíticos, drogas...tratando de no oir el despertador que cada día suena más fuerte. Nos enfrascamos en enfrentamientos con fuerzas exteriores (reproches, acusaciones, juicios, condenas...) en el ámbito familiar o en el comunitario, todo con la secreta necesidad de tapar el dolor interior, el real, cuya experiencia tratamos de postergar. El precio es el sufrimiento. Decimos que no queremos sufrir y sin embargo nuestras vidas son prisiones de sufrimiento, nadamos en él. Y el sufrimiento es el esfuerzo por mantener a raya algo que naturalmente debería salir y ser liberado. Sufrir es la prueba de que hay un dolor reprimido, un dolor que pide libertad, con un 'Ay!' muy antiguo pero muy actual.

Contener las emociones para quien está habituado a pasar de puntillas por la vida es tan dañino como vivir zambullidos en el incontrolado mar de emociones, continuamente exprimiéndolas hasta la última gota. Lo primero sucede en las sociedades desarrolladas, las que más sentimientos reprimen, el llamado primer mundo, El hemisferio norte del planeta, sociedades formadas por personas, en el fondo hartas de que las etiqueten como 'locomotoras del progreso', ahogadas en un patriarcado asfixiante donde la exigencia de eficiencia ha opacado tradicionalmente cualquier atisbo de expresión sentimental. Cargan con un lastre generacional de exigencias de productividad. Un exigencia que distrae una necesidad, la de ser amados. Los ricos también sufren. Tan solo que han aprendido a disimularlo, a camuflarlo con todas las distracciones que han creado. Sufren igual que quienes habitan en paises que conforman las sociedades más matriarcales, tradicionalmente las meridionales, con climas más benignos...personas más conectadas con los ritmos de la naturaleza, algo que las élites 'progresistas' no toleran.

El sufrimiento es marca de la casa en la humanidad, desarrollados y subdesarrollados, en su conjunto. Todos lo cargamos y todos, ricos o pobres, alemanes o griegos, tenemos la responsabilidad de conectar con el dolor del abandono ancestral que arrastramos desde la noche de los tiempos. Sí, ríete de este argumento (pero también agradécete haber llegado hasta este párrafo, signo de que andas buscando respuestas al sinsentido del modo en que los humanos experimentamos la vida). Has llegado a un punto, como yo, en el que necesitas obtener respuestas al sentido de la vida. No puede ser que todo consista en nacer, ir a la escuela, trabajar, jubilarse y morir.

El sufrimiento, involucrado en ese sinsentido, está ahí y continúa creciendo a pesar de todo aquello con que tratemos de distraerlo. Y hemos exprimido mucho nuestra imaginación para encontrar modos de meter la cabeza bajo el ala. El dolor no vivido siempre trata de manifestarse. Reprimir el dolor no ayuda mucho.

La práctica recomendada por el Buda es no huir del sufrimiento, sino tomar contacto con él tratando de buscar en él la respuesta a todas las preguntas, sostenerlo amorosamente como se sostiene a un niño triste y desamparado, como se adopta a un perro abandonado. Con paciencia, con tolerancia, con comprensión. Escuchando muy atenta y hondamente para poder entenderlo. Permitir que se exprese y se libere. Eso es lo que pide el sufrimiento. Comprender el sufrimiento ote mostrará el camino de la transformación y sanación.

La Primera Noble Verdad es la realidad del sufrimiento del Ser. Si miras profundamente dentro de esa verdad, verás las otras tres verdades, incluyendo la Verdad del Sendero Vital, lo cual te llevará al cese y transformación del sufrimiento. Mas si tratas de continuar esquivando la Primera Noble Verdad, no habrá manera de que puedas percatarte de la Verdad del Sendero y nadie te va a poder guiar en la transformación y la sanación. La Primera Noble Verdad requiere de ti que bajes los brazos y dejes de luchar...



En esta canción-mantra, cuando los monjes y monjas cantan por primera vez el nombre de Avalokitesvara, se adentran en su interior y tocan el sufrimiento que ahí hay. Cuando cantan el nombre por segunda vez, reconocen el sufrimiento de aquellos que están a su alrededor. Cuando lo cantan por tercera vez, perciben el sufrimiento en el mundo. Y cantando así, con Atención Correcta, ellos generan juntos la energía de la Atención Correcta, concentración y compasión. La energía de la Atención Correcta para tomar contacto con el sufrimiento puede ayudar al resurgir de la energía de la compasión.

La compasión es un tipo de energía que es sanadora y transformadora. Y si sabemos cómo permitir que la energía colectiva de la Atención Correcta y la Paz penetre en nuestro cuerpo, sufriremos menos, podremos liberar la tensión y el dolor en el cuerpo y también liberar la tensión y el sufrimiento en nuestro corazón.
Hay tensión y dolor en nuestro cuerpo. Es una verdad incontestable. Si sabemos como seguir nuestra inhalación y exhalación, a respirar, y permitimos a nosotros mismos estar totalmente en el Aquí y Ahora y relajarnos, la energía colectiva de la Atención Correcta y la Paz generada por el canto será capaz de penetrar en nuestro cuerpo y ayudar a liberar la tensión y reducir el dolor y sentirán mejor después de unos pocos minutos de escucharlo. Y si tenemos algún dolor, pena o desesperación en nuestro corazón, quizás queramos abrir nuestro corazón para que la energía colectiva de la Sangha (Espíritu Santo) pueda penetrar y ayude a sanar el bloqueo del dolor y la pena de la desesperanza en nosotros. 

Por favor, que la Sangha ayude a reconocer y sane en mí. 

Si sabemos cómo abrirnos y permitir a la energía colectiva de la Atención Correcta y a la Paz y la Compasión que abracen nuestro dolor y pena, sufriremos menos después de unos pocos minutos de escuchar la canción. Esta es una práctica de meditación, no una oración. Si tenemos alguien en la familia que está enfermo, que sufre ahora, podemos enviar esta energía colectiva a él o ella sólo pronunciando su nombre silenciosamente o pensando en esa persona. Y esta energía pura de Paz y Compasión será dirigida a él o ella y enseguida, en su casa o dónde esté, se sentirá mejor.

Ntich Nhat Hahn


"No son los traumas que padecemos en la infancia los que enferman nuestras emociones. Es nuestra imposibilidad de expresar dichas emociones lo que nos mata."

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