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lunes, 1 de agosto de 2011

14 Trampas en el camino (I)

Trampas en el camino para llegar a ser un sanador

El 25 de Julio de 2004 Pamela Kribbe estuvo canalizando a Jeshua en Tilburg.
Abajo puedes leer el texto, así como también las respuestas de Jeshua a preguntas de la audiencia.
El texto hablado ha sido en cierto modo corregido para facilitar su lectura.


Este mensaje fue traducido desde el holandés al inglés por la dra. Wendy Gillissen (sitio web www.reincarnatietherapie.com), y luego desde el inglés al español por Sandra Gusella sgusella@gmail.com.




Querida gente,


Es con gran placer y felicidad que os hablo a través de Pamela y os doy la bienvenida en este lugar, donde os habéis reunido para escucharme, un viejo amigo de vosotros. Yo soy Jeshua, yo he estado entre vosotros en mi vida en la tierra como Jesús.
Yo he sido humano y sé todo por lo que vosotros pasáis como seres humanos en un cuerpo terrestre y en una vida terrestre. Y he venido aquí a ayudaros a comprender quiénes sois. Todos los presentes aquí y muchos más que leerán este texto más tarde, son trabajadores de la luz (lightworkers).
Vosotros sois ángeles de luz, quienes habéis olvidado quiénes sois realmente.
Todos vosotros habéis pasado muchas pruebas en vuestro viaje en la tierra, a través de muchos tiempos de vida terrestres. Y yo conozco estas pruebas desde adentro.


Ahora vosotros habéis llegado a un punto en vuestra historia del alma, donde está ocurriendo una finalización, una terminación de una cierta etapa en esa historia.
Todos vosotros estáis en un punto en vuestro desarrollo donde estáis teniendo un fuerte contacto con el Ser interior que ustedes realmente sois, con vuestro Ser Superior que es independiente del tiempo y del espacio. Vosotros estáis en el proceso de admitir a vuestro ser interior o superior dentro de vuestro ser terrenal, dentro de vuestras vidas presentes.


Todos vosotros os sentís todavía algo incómodos tratando de contactar con vuestro ser superior o espíritu elevado, porque habéis olvidado que precísamente vosotros mismos sois esta gran fuente de luz.
Habéis, pues, olvidado que todo el conocimiento y el amor que estáis buscando, está presente en vuestsro propio campo de energía, vuestro propio aura.
No obstante, todos habéis comenzado a contactar con la fuente más profunda de luz interior.
Por lo tanto ahora ha llegado a ser apropiado en vuestro sendero de vida, asistir a otros – ya sea profesionalmente o no – en su camino interior.
Incluso cuando vuestro personal y propio viaje interior aún no haya finalizado, sois capaces, desde un cierto punto en adelante, de compartir con otros vuestras energías de discernimiento y sabiduría. Todos vosotros os sentís llamados a esto.


Desde el momento en que asumís sanar o ser un maestro, aparecen sin embargo un cierto número de trampas en el camino. Esto tiene su origen en ciertas incomprensiones y malentendidos existentes acerca del proceso que los demás deban atravesar para hallar la completitud.
Hoy me gustaría hablaros acerca de estas trampas.




¿Qué es la sanación?


¿Cuál es la esencia de la sanación? ¿Qué sucede cuando alguien logra ‘estar bien’, ya sea a nivel psicológico, emocional o físico?
Lo que sucede es que esta persona es capaz de conectarse, en un nivel más profundo, con su propia luz interior, con quien él o ella realmente son. Esta conexión tiene un efecto sanador en todas las capas del ser, en el nivel psicológico tanto como en los cuerpos físicos y emocionales.


Lo que cada persona busca en un sanador o terapeuta es un espacio energético, en el cual él sea capaz de contactar su propia luz interior. El sanador o terapeuta está capacitado para ofrecer este espacio porque él ya ha hecho esta conexión dentro de él mismo. El sanador tiene a su disposición una frecuencia –una frecuencia energética– dentro de su ser, en la que reside la solución para el problema del que busca la sanación.
Ser un sanador o terapeuta significa: portar la frecuencia energética de la solución en el propio campo de energía y ofrecerla a alguien más.
Esto es lo que es, nada más.
Básicamente, es un proceso que puede tener lugar sin palabras o acciones. Es la propia energía que el terapeuta o sanador aloja, la que tiene el efecto irradiante de sanación.
Es la energía ‘iluminada’ que ofrecéis, entendida como un espacio en el cual algún otro puede contactar en paz su propia luz interior, su propio centro. Es este contacto interior lo que hace que ocurra la sanación. Toda sanación en realidad es auto-sanación. Pero requiere de un campo energético ‘contagaioso’.
Sanar o ayudar, en esencia, no tiene nada que ver con habilidades específicas o con conocimiento específico que pueda ser aprendido de libros o tomando cursos. El poder de sanación no puede ser adquirido a través de algo externo que precise de adquirir nuevos conocimientos. Ese poder o ‘fuerza’ es la ‘frecuencia de la solución’, presente en vuestsro campo de energía como resultado de vuestro propio crecimiento interior y claridad de conciencia.
Con frecuencia esto no está aún completo en todos los aspectos, porque todos vosotros estáis todavía implicados en procesos personales de desarrollo de la conciencia. Sin embargo hay partes de vuestro campo de energía que han llegado a ser tan claros y puros, que pueden tener un efecto sanador en los demás.


Es esencial comprender que este efecto no tiene que ser ‘trabajado’, sino que es una consecuencia de un trabajo previo de deconstrucción o desintoxicación de estructuras alienas al ser interior, asimiladas como propias por el ego. Es el paciente o cliente quien decide si asimila o no la frecuencia ofrecida, si la admite. Es su elección. Vosotros sois quienes la ofrecéis, por ser quienes sois, por ‘estar ahí’ para el otro. No es por medio de las habilidades o conocimiento que hayáis podido aprehender de alguien (gurú, guía, etc.) más, que podéis sanar, sino puramente en razón de quienes verdaderamente sois, por el camino interior que habéis transitado voluntariamente. Y es especialmente en el terreno de los problemas por los que vosotros mismos habéis pasado, y por haberos permitido finalmente sentir las emociones acompañantes en el centro de vuestro ser, que podéis dar una mano al otro de la mejor forma posible.
Por consiguiente, la auto-sanación, es decir, la asunción y toma de responsabilidad por las heridas internas y el hecho de cubrirlas con el manto de luz de vuestra renacida conciencia, sigue siendo muy importante para los trabajadores de la luz. Es la habilidad de auto-sanarse lo que os convierte en un sanador o trabajador de la luz. Es la frecuencia de la solución en vuestro campo de energía lo que hace posible que los demás encuentren el camino para su propia auto-sanación. 


Cuando estáis tratando con clientes o ayudando a las personas de vuestro entorno, frecuentemente ‘leéis’ su energía y le dáis información, o quizá tratáis a alguien energéticamente, con vuestra energía. Pero el cliente o persona con la cual estéis trabajando está igualmente ocupado ‘leyéndoos’ a vosotros. Exactamente igual que como vosotros estáis sintiendo su energía, él está, consciente o inconscientemente, absorbiendo la vuestra. Él o ella, de todos modos, siente lo que decís y lo que lleváis en vuestro ser, en su frecuencia de energía. Os siente.
Es en la lectura que el paciente haga de vosotros donde ocurre la ruptura real. Cuando el paciente siente ahí el espacio que él necesita para reparar el contacto interior con su propio Ser, vuestras palabras y acciones adquieren una cualidad sanadora y se convierten en los intermediarios de luz y amor que el paciente puede llevar hacia el centro de su propia luz y amor.
Cuando hay una intención honesta de ayudar a alguien que se os acerca solícitamente, ese alguien está mostrándose abierto a vuestra energía de tal modo, que puede ser tocado por las partes que son más puras en vuestro propio ser. Estas partes de ustedes no son un resultado de los libros que leísteis o del material que habéis aprendido; no son ni siquiera meras herramientas o instrumentos que podáis ofrecerles. Son el resultado de una alquimia personal, de una transformación personal de la conciencia que lleva vuestro sello único e intransferible.
Me gustaría enfatizar esto profundamente, ya que parece haber una tendencia entre los trabajadores de la luz (personas quienes, por su naturaleza, sienten un fuerte impulso de ayudar a los demás) de estar siempre buscando un nuevo libro, un nuevo método, una nueva habilidad, que pueda ayudarlos a ser un mejor terapeuta o sanador.
La verdadera sanación es más simple que eso.


Cuando yo viví en la tierra, algo manaba de mis ojos. Mis ojos mostraban una energía que tenía un efecto sanador inmediato sobre las personas que estaban abiertas a ésta. Esto no era un truco mágico o un efecto especial. Sucedía que yo estaba en contacto con mi fuente interior de verdad. Yo podía permitir que la luz y el amor divino que eran mi herencia –exactamente como es vuestra herencia- emanaran desde mí hacia otros seres vivos.
Esto tenía un efecto sanador sobre aquellos que estaban verdaderamente abiertos a esto.
Lo mismo sucede con vosotros. En este aspecto, no sois diferentes a mí. Todos habéis caminado por el sendero interior de recuperación de libertad y autorrealización, para llegar al mismo punto al cual yo llegué cuando viví en la tierra. Todos estáis en el proceso de llegar a ser concientes del Cristo en vosotros mismos.


La energía Crística es vuestro destino y vuestra meta y estáis llegando cada vez más cerca a este destino. Es el Cristo en vosotros quien sana y cura como una consecuencia natural de quien es. Muy frecuentemente todavía os identificáis con el alumno, aquél que se sienta a los pies de un maestro y escucha, pregunta y busca. Pero yo os estoy diciendo a vosotros, que el tiempo de ser un alumno ha terminado. Es hora de que reclaméis vuestra maestría. Es tiempo de darle al Cristo que reside en vosotros la oportunidad de manifestarse en vuestra realidad diaria, terrestre. 


Para realmente llegar a ser uno con la conciencia Crística, y alcanzar la maestría como un sanador, necesitáis liberar un ciesrto número de cosas. Estas cosas representan las trampas que aparecen en el camino para llegar a ser un sanador. Es acerca de esto que hoy quiero hablaros. Diferenciaré entre tres áreas en las cuales se os pide que realicéis la liberación.


La trampa de la mente.


La primer trampa yace en el área de la cabeza, de la mente. Vosotros habéis demostrado ser muy diestros analizando, a través de la reflexión, por medio del pensamiento lógico. Sin embargo, el mental, la parte pensante de ustedes, es tanto más una parte del mundo de la dualidad.
Con el ‘mundo de la dualidad’ quiero decir una realidad de la conciencia en la cual los hechos son divididos entre bueno o malo, luz u oscuridad, masculino o femenino, amigo o enemigo, etc. En otras palabras: una realidad de la conciencia en donde no es reconocida la unidad implícita de todos los fenómenos, sino donde el juicio y la discriminación son vistos como verdaderos y objetivos.
La energía Crística es realmente una energía que está por encima o por debajo de la dualidad. Ella es la que forma la unidad subyacente en la comprensión y concepción polarizada de la realidad. Pero la mente está diseñada para no reconocer este flujo de unidad. A la mente le gusta disgregar, compartimentar, distribuir el flujo de unidad en partes, categorizarlas y colocarlas en compartimentos separados. A la mente le gusta diseñar estructuras, teorías que puedan ser colocadas sobre la realidad, sobre la experiencia directa. Esa es su función. Para eso fue ideada como herramienta.


Este proceso también tiene lugar cuando estáis tratando de ayudar a otros. Desde una perspectiva racional, tratáis de ubicar los síntomas individuales de un cliente en un marco más amplio, en una categoría más general, y vuestra mente gusta de inventarse toda clase de teorías acerca del tipo de problema y la solución para éste. Disfruta analizando. Y no estoy diciendo que todo esto esté mal. Pero lo que me gustaría pediros es esto: cuando estéis trabajando con otros, ya sea profesionalmente o en vuestra vida personal, tratad de liberar todos vuestros pensamientos y razonamientos, todas vuestras consideraciones racionales acerca de cuál es el problema del otro, y simplemente escuchad la energía del otro. Tratad de sentir con su corazón e intuición dónde está el otro, intentad percataros de su mundo interior.
Éste ha sido el propósito del ejercicio que Gerrit ha realizado con vosotros anteriormente, el segundo ejercicio. (Jeshua se refiere a dos ejercicios de meditación que se hicieron al comienzo de la sesión. Los encontraréis descritos al final del texto.)


Con frecuencia tenéis toda clase de ideas acerca de lo que algún otro debería o no debería hacer para encontrar el camino interior. Y estas ideas suelen ser más o menos exactas. Pero la cuestión es otra: ellos no siempre son capaces de sintonizar con la energía del otro en el ahora, en este momento en el tiempo. Podría ser que el otro necesite un camino completamente diferente o una energía que podáis sondear con vuestras mentes racionales.


Me gustaría invitarlos a ver y a sentir a la otra persona solamente desde el lugar aún intuitivo dentro de vosotros mismos, allí donde trascendéis la dualidad y venís al hogar en el interior de la energía Crística. Yo os invito a sentiros realmente inspirados por el otro cuando os soliciten ayuda.


La solución entonces suele ser muy simple.


Reflexionad, por ejemplo, en los padres que quieren ayudar a sus hijos con los problemas que les surgen en el camino. Con frecuencia, debido a la experiencia, los padres ven ciertas cosas con mayor claridad que sus hijos, y pueden ver las consecuencias de ciertas acciones antes de que sus hijos las vean. 
Desde este conocimiento, los padres querrían ‘salvar’ a sus hijos de caer en situaciones negativas o prevenirlos, por lo que tratarían de incitar a sus hijos a revisar sus elecciones. Esto podría parecer ser una buena manera de ayudar. Desde el punto de vista de la mente, claro está.


Pero si un padre sintonizara con el niño desde su lado interior intuitivo, calmo, y solo escuchara lo que el niño le está pidiendo, podría ser completamente otra cosa. Porque lo que a menudo el niño necesita desde su interior profundo es la honesta confianza de su padre. Una muestra de confianza en su propia capacidad para superar un obstáculo, o para resolver un conflicto. 


“Confía en mí, déjame ser quien yo soy. Déjame cometer errores, déjame tropezar, déjame ser quien yo soy, y mantén mientras tanto tu confianza en mí”.
Su honesta confianza en su hijo puede alentar a su hijo a ‘confiar’, a atreverse a ir dentro de si mismo y consultar su propia intuición. Esto puede ayudarlo a tomar una decisión que él sienta que es realmente buena aunque sea incomprensiblemente irracional desde el punto de vista mental del progenitor.
Si, por ejemplo, intentáis que svuestro hijo haga algo razonado desde la estructura de vuestra mente, vuestro hijo percibirá en vosotros un sentimiento de desconfianza que causará una reacción de resistencia y que, incluso tal vez, lo lleve a elegir aquello que precísamente estáis tratando de evitar.


El niño os ‘lee’ le ofrecéis asistencia. Está en la naturaleza de los niños ver a través de las palabras y percatarse de las contradicciones de los adultos entre lo que dicen que hay que hacer y lo que sin daros cuenta acabáis haciendo. Los niños sienten los miedos implícitos. Y ellos a menudo responden a esa contradicción con aversión, comienzan a resistirse y parecen incapaces de ‘entrar en razón’. Con razón. Y es que con frecuencia son los mismos padres los que han perdido contacto con sus propios sentimientos más profundos debido al temor; el problema está en que como padres solo sois receptivos a la razón, ignorando vuestro conocimiento intuitivo, aquél únicamente hábil para construir un puente entre los padres y sus hijos.


Estoy mencionando este ejemplo porque es muy común, y porque es muy difícil asistir a los hijos solamente desde el conocimiento racional.
Liberar. De esto se trata.
Liberar vuestras ideas, sus pensamientos preconcebidos, precocinados, acerca de qué es correcto en cada situación para el otro. Ir del todo al ahora y preguntar: ¿qué necesitas de mí?


Eso es poder; esa es la fuerza de sanación que le concedéis a algún otro.
Y, a menudo, lo que es transmitido es lo que el otro está pidiendo: ‘ten paciencia conmigo’. Confía en mí, rodéame con tu fe, incluso si me equivoco casi siempre.


La trampa de la cabeza es el origen de muchas preocupaciones.
En realidad, todo es mucho más simple. En cualquier situación difícil, tratad de reencontraros con vuestros sentimientos e intuición, el nivel de energía en el cual todo llega a ser muy claro y simple. No tenéis que pensar. Tan solo escuchar.
Ése es el lugar de la energía Crística. Ése es el lugar donde yo os estoy esperando.




La trampa del corazón


La segunda trampa cuando pretendéis ayudar a otros, aquella que también quisiera mencionar, está ubicada en el área del corazón, el centro de los sentimientos.
El corazón es un punto de encuentro de muchas energías. Forma el puente entre el cielo y la tierra. Puede construir un puente entre diferentes puntos de vista. El corazón ‘reúne’ energías de diferentes orígenes y es capaz de reconocer la unidad implícita. Ella puede trascender la dualidad con la ayuda de las energías de amor y compasión.
El corazón es la residencia de la armonía y la compasión con todo lo que está vivo y animado. Por consiguiente es también vuestro ‘centro de empatía’. El corazón juega un papel muy importante en el acompañamiento y la orientación a otros. Con vuestro corazón, podéis sentir el dolor de los demás y sostenerlos con amor y compasión.


Sin embargo, también hay un peligro en esto. Vuestra compasión y empatía pueden llegar muy lejos. Tan lejos, tanto que perdáis, por exceso, una parte de vosotros mismos en el camino.


Debéis saber, que cuando entregáis demasiado de vosotros mismos porque os dejáis llevar por el sufrimiento de algún otro, la entrega de ese ‘exceso’ de energía se volverá contra vosotros. Esa parte de energía ‘de más’, que enviáis hacia la otra persona, no contribuye a la solución de su problema. ¿Por qué? Más amor es mejor que menos, diréis…Detectaréis que os estáis excediendo en la dósis de energía porque observaréis una respuesta ‘desequilibrada’ por parte del ‘paciente’, en el sentido de que se mostrará apegado y tendente a crearse una adicción a vuestro campo energético ¿Por qué? Ese exceso de entrega es consecuencia de una carencia en vuestro estado de equilibrio. En realidad, esta energía sobrante proviene de un dolor en vosotros del cual no sois plenamente conscientes. Este dolor os vuelve a volveros exagerados en la entrega. Dáis de más porque todavía estáis, en un nivel profundo, llenos de expectativas de retribución. Aún no habéis conectado con la energía de la entrega desinteresada, esa que sabe hasta dónde dar, cuándo detenerse, porque conoce las consecuencias del exceso y porque respeta a la entidad receptora/solicitante en su natural proceso de asimilar, dosificadamente, el caudal de amor. Como con todo, el exceso es pernicioso para el beneficiario.  


Estáis capacitados para distinguir cuándo estáis haciendo esto. Sucede cuando habéis hablado con alguien, o habéis dado a alguien un tratamiento, y a continuación, o más tarde, ese alguien se siente vacío, frustrado, desalentado o decepcionado. Esto es indicativo de que habéis dado demasiado.


Cuando dais desde una posición de equilibrio, os sienten libres, alegres e inspirados. Se produce una satisfacción indecriptible en vosotros que os nutre y eleva y os devuelve a vuestra propia energía fácilmente, impidiendo, como si estuvierais autoinmunizándoos, que las baja frecuencias (energías) del otro os ‘contaminen’ y de paso mantenéis las vuestras ‘a raya’. Entonces el otro desaparece de su campo de energía. Es un proceso regenerador. Vuestro aura se cierra y seguís vuestro camino separado. Todo está bien.


Pero cuando permanece un enlace energético con la otra persona, porque deseáis tan profundamente que él o ella ‘estén bien’ o sean felices, esto tiene un efecto destructivo en vuestra energía. En ese instante, aparece un enlace energético de dependencia emocional. Vuestro bienestar se vuelve dependiente del bienestar de alguien más.


¿Por qué sucede esto tan fácilmente entre vosotros? ¿Por qué esta trampa es tan difícil de evitar para los trabajadores de la luz? ¿De dónde viene esta dolorosamente fuerte necesidad de sanar y hacer todo, y hacer del mundo un mejor lugar? Porque hay tristeza en vuestros corazones. 


Existe en vosotros un profundo sentimiento de responsabilidad y de relación con la Tierra y con todo lo que vive en ella. Hay en vosotros una profunda añoranza por otra frecuencia de conciencia, más sintonizada con la divinidad natural de todo lo que está vivo y respira en vuestra tierra. Estáis anhelando una realidad en la que resuene armónicamente la canción de vuestra alma. Una canción que habla de paz, alegría, unidad e inspiración creativa.


Debido a este profundo anhelo y la inquietud que provoca, con frecuencia queréis ayudar a las personas con más rapidez de lo que ellos pueden asumir. Hay  inquietud e impaciencia en vosotros.
Y esto hace que sea difícil para vosotros distanciaros suficientemente de las personas con las que estáis fuertemente involucrados. Esto claramente juega un papel en el terreno personal, pero también al tratar de ayudar a otros.


Tratar así de liberar el dolor y la aflicción de los otros y permitirles completamente a ellos el tiempo y el espacio para ir a través de sus propios procesos, puede provocaros la apertura de heridas internas todavía abiertas. Esto sucede porque ‘remover’ el caos ajeno, necesario para la liberación, os recuerda vuestra propia soledad y abandono y os rememora la sensación de estar perdidos en esta realidad terrestre. Os recuerda la diferencia entre este mundo imperfecto y la otra realidad energética con la que soñáis, mucho más pura y bella que ésta. Y eso os hiere por dentro profundamente.
A esto se debe que, en el área del corazón, la trampa sea la impaciencia.


Esta impaciencia toma la forma de un gran compromiso por una buena causa, o de la intensa preocupación por el bienestar de los otros. Toma la forma de ‘dar demasiado’.
Si observáis este impulso en vosotros mismos, esta ‘ansia por ayudar’ o la adhesión a la lucha por una buena causa, podréis sentir la impaciencia en ello, la parte de negación de la realidad como es aquí y ahora.
Sabed también que en el preciso instante que sois plenamente conscientes de esto –y no antes–, podéis dejarlo ir. Tan pronto como reconozcáis que vuestra ansia e impaciencia provienen de un dolor y tristeza internos, podréis dejar de dar demasiado.
Las cosas vuelven, de nuevo, a su nivel de simplicidad. Todo puede volver a ser natural. 


Lo único que es conveniente hacer, como sanador y trabajador de la luz, es permitir que vuestra energía esté disponible para los demás. Ser simplemente quienes sois y estar en paz con vosotros mismos. La frecuencia de la solución está en vuestro campo de energía.
Frecuentemente, atraéis hacia vosotros a las personas con los mismos tipos de problemas por los cuales vosotros mismos habéis pasado. Habéis llegado al fondo de estos problemas por vosostros mismos, con vuestro corazón y alma, y por lo tanto habéis alcanzado una sabiduría y pureza en estas áreas que han pasado a formar parte de vuestro ser. Lo que llega a ser parte de vuestro ser es sagrado, inviolable. No puede perderse. No es un conocimiento aprendido del cual os puedan olvidar. Habéis sido transformados por la vida, por la experiencia y por el deseo de aprender y comprender.
Entonces lo que tenéis que compartir con los demás, con el mundo es: ustedes mismos.
Lo único que necesitáis para ofrecerlo es ir a los lugares o hacer las cosas que os hacen sentir inspirados, y luego dejar que los otros se contagien –o no– de vuestra energía. Esto será asunto de ellos.
No hay nada más que deba hacerse, realmente… Este es el trabajo de luz que habéis venido a hacer.


Cuando os atrevéis a vivirlo de esta manera, la energía que ponéis en dar demasiado, y en dejaros arrastrar por el fuerte deseo de mejorar las cosas, ¡podríais ahora dárosla a vosotros mismos para generar un cambio!
Vosotros habéis vivido muchas vidas en la tierra, que fueron duras y difíciles. Vidas en las cuales tratásteis de encarnar parte de vuestra luz interior. Y fuisteis sancionados por eso. Vidas en las que tuvísteis que ‘luchar’ todo el tiempo, en lugar de simplemente ser quienes verdaderamente sois y florecer.
Este momento en la historia os ofrece la oportunidad de ser quienes verdadaeramente sois.
Ser quienes sois también implica ni más ni menos que disfrutar de vosotros mismos! ¡Disfrutar la vida!
Estad preparados para finalmente ver la belleza en esta existencia terrestre, aun cuando tantas cosas vayan mal.
Tratad de asimilar las chispas de belleza en vuestras auras cada día. Observadlas en medio de toda la fealdad, de toda la disonancia que os rodea.
Disfrutad, tomad eso que se os ofrece, y recibid. ¡Atreveos a recibir!


Aquellos trabajadores de la luz, que también puedan recibir y realmente puedan disfrutar de si mismos, estarán más centrados y serán más poderosos, y por lo tanto incluso radiarán más frecuentemente la ‘frencuencia de la solución’ desde sus campos de energía. No se ‘vaciarán’ a sí mismos dando demasiado, sino que se permitirán, por igual, dar que recibir, y de ese modo tanto el flujo de dar como el flujo de recibir llegarán a ser más fuertes en sus vidas.




La trampa del deseo


Ahora quisiera llevaros a la última trampa en el camino para ser un sanador/ayudante que quiero discutir con vosotros.
En filosofía y psicología, hay una distinción tradicional entre la cabeza, el corazón y el deseo. He mencionado una trampa en el área de la cabeza, y una en el área del corazón, y quisiera finalizar con la trampa del deseo.


El deseo se localiza en el plexo solar, un centro de energía cerca del estómago. Este centro dirige la habilidad de actuar, de manifestar vuestra energía interior en el plano físico, terrenal.
Cuando el deseo está conectado a vuestra intuición, la parte tranquila de vosotros que trasciende la dualidad, entonces todo fluye sin esfuerzo.
El deseo entonces llega a ser la extensión de Cristo en vosotros. Podéis entonces reconocer esto por el hecho de que sintáis alegría en las cosas que hagáis, que vuestro corazón se abra con las cosas que hacen.
Pero con frecuencia, vosotros no estáis todo lo bien sintonizados con el flujo que sería de desear. Hay una parte de vosotros, que yo llamo el deseo personal, que no siempre quiere oír la voz del silencio. Desde vuestro deseo personal querréis realizar cosas de un modo diferente, por otra vía, a menudo más rápidamente que el flujo natural. Podéis reconocer esto cuando os sentís inquietos.
Cuando ustedes están separándoos del flujo natural de vuestra energía, con frecuencia os distraéis por el juicio exterior. Esto puede ser muy ruidoso y tiene un gran impacto, y os hace sentir ‘tengo que hacer esto’, ‘tengo que hacerlo ahora’.
Lo que caracteriza a este uso forzado del deseo es la presión a hacer algo. Emerge una tensión interna que proviene simplemente de no querer liberar y confiar en vuestro ser superior. Confiad en la calma fuerza de conocimiento en vosotros que está fuera de las coordenadas del tiempo y del espacio.


Usar el deseo personal excesivamente también puede jugar una parte al ayudar a otros. En esencia, esta trampa está fuertemente conectada a la impaciencia que puede vivir en el corazón. Aquí también hay una tendencia a querer dar demasiado a la vez y a querer ir más rápido que lo apropiado.
En el área del corazón, esto era provocado por una tristeza implícita, un profundo anhelo por más armonía en el mundo. Pero en el área del deseo, esta impaciencia y deseo excesivo de ‘hacer’ viene del deseo por la influencia y el poder personal.


Por favor no toméis el poder personal en el ‘mal’ sentido de la palabra, por ejemplo, querer oprimir o dominar a los demás. Esa etapa hace mucho que ha sido pasada por todos ustedes. Vosotros tenéis un profundo sentido del valor de la vida. El episodio del abuso del poder a expensas de otros ha formado parte de vuestra historia.


Pero todavía hay una parte dentro de vosotros que quiere tener poder, en el sentido de desear influenciar la realidad desde vuestro ámbito de ‘acción’. Eso demuestra que no confiáis lo suficiente en el flujo natural de las cosas, en el ritmo natural de la vida. Este ritmo frecuentemente es más lento de lo que esperáis desde vuestro deseo personal. 


La razón para esta lentitud es que todo proceso de creación interior comienza en el nivel de la conciencia y tiene que recorrer un largo camino para llegar a expresarse en su densa realidad material. Todo lo que creáis, la inspiración que deseáis plasmar en el plano físico real, tiene que ir a través de una serie de pasos. Puodéis ver el proceso de creación como un descenso a través de los chakras, a lo largo de la tierra. Cada paso de este camino os pide a vosotros, los creadores, confiar y sintonizar con el conocimiento silencioso interior, que está siempre ahí y trasciende el tiempo y el espacio.


Cuando perdéis contacto con este punto de silencio, este conocimiento interior, vuestro deseo personal comienza a actuar. Los bloqueos en el tercer chackra conducen a la acción cimentada en expectativas futuras. Esto crea más inquietud y más desvíos de lo que realmente es necesario.
Este ‘error’ también juega un papel al ayudar a los demás.


Todos tenéis un impulso interior, del modo que sea, de traer Luz a esta realidad. Podría ser que tengáis vuestra propia clientela o que asistáis a otros profesionalmente en vuestro trabajo. O podría ser que solo ejercitéis esto en vuestro entorno personal. Para el caso, da lo mismo.
Lo que es importante es que encontréis satisfacción siendo un sanador y trabajador de luz, que esta energía sanadora dentro de vosotros puede fluir hacia fuera y que os sintáis creativos e inspirados por ella. Para que esto suceda es necesario liberarse del deseo personal y confiar en aquello que sale de vosotros por sí mismo.


A menudo es difícil tan solo confiar, porque alcanzar las metas frecuentemente lleva más tiempo de lo que pensáis. ¡Tomaos el tiempo, mientras tanto, para disfrutar de vosotros! Rodeaos de todo lo que os guste, de todo lo que necesitéis y después de algo más. Atrévéos a permitirse algunos lujos, en todo concepto.
Sabed que todo el trabajo interior que realizáis mientras tanto, eleva la ‘frecuencia de la solución’ en vuestro campo de energía. Eso atrae a vuestro camino a las personas que pueden ser ayudadas por vosotros.




Liberar es amor


Superar las trampas descritas anteriormente siempre se logra con formas de liberación.
Dejar de pensar demasiado, dejar de identificarse demasiado emocionalmente, liberar el uso excesivo del deseo. Pero si realmente, en confianza, liberáis, ayudar a las personas (o a cualquier otra forma de vida) llegará a ser una gran fuente de alegría para ustedes. Como trabajadores de la luz experimentaréis profundas satisfacciones y autorrealización.
Siendo un sanador, comienza a florecer en vosotros algo de la conciencia de unidad, que todos anheláis desde hace mucho. Vuestra conciencia se hallará entrelazada con la profunda unidad que existe entre todos los seres vivos, entre Todo Lo Que Es. Este enlace consciente con la ‘fabrica’ del Espíritu os hará felices sólo en el verdadero sentido de la palabra. Trascenderéis la dualidad y entraréis en un reino diferente de conciencia, uno que está basado en la unidad y en el amor.
Es vuestro sueño más profundo y vuestra satisfacción más profunda. Hacer de la conciencia de unidad una realidad viva en la tierra, traerla hacia abajo al plano material. Esta es una hermosa inspiración, y por lo tanto, debido a esta meta brillante, yo os pido que seais conscientes en vuestra energía de las tres trampas de las que hoy hemos estado hablando. Estas trampas crean inquietud y negatividad en vuestra percepción de la realidad. Os pedimos que seais conscientes de ellas y que las liberen, porque vuestro Ser no-dual, el Cristo en todos vosotros,  no quiere otra cosa más que manifestarse en la tierra, justo aquí justo ahora.




Preguntas y respuestas: sigue aquí

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