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lunes, 13 de junio de 2011

Del Ego al Corazón (I)

Cuatro etapas en la transformación de la conciencia


En las partes anteriores, hemos descrito los antecedentes históricos del viaje de los trabajadores de la luz desde la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón.
Esta parte estará enteramente dedicada a las características psicológicas de esta transformación. Hemos dividido este proceso en cuatro pasos o estadios, los cuales resumiremos otra vez para aclarar:

1. Estar insatisfechos de lo que la conciencia basada en el ego os ofrece, anhelar ‘algo más’: es el comienzo del final.


2. Comenzar a ser conscientes de las ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.


3. Permitir que mueran dentro de vosotros las viejas energías basadas en el ego, siendo su nuevo ser: el final del final.


4. El despertar interior a la conciencia basada en el corazón, motivada por amor y libertad; ayudar a otros a hacer la transición.




Estadio uno: el ego ya no satisface más


La transición desde la conciencia basada en el ego a la basada en el corazón comienza con la experiencia de un vacío interior. Cosas que antes os llamaban completamente la atención, o situaciones que os atrapaban completamente, ahora os dejan vacíos o sin inspiración. De algún modo, las cosas parecen haber perdido su significado usual, su propósito.


La conciencia, antes de que se experimente este vacío, está en las garras del miedo y consecuentemente necesita reafirmarse a sí misma constantemente. Está constantemente buscando validación externa, porque no está dispuesta a enfrentar el subyacente miedo al rechazo y a la soledad. Este miedo profundo y la necesidad de validación externa puede haber estado mucho tiempo escondido como el verdadero motivo de vuestras acciones. Toda vuestra vida puede haber estado construida sobre estos cimientos, sin que seáis conscientes de ello. Tal vez sí sois conscientes de una vaga intranquilidad, desazón o tensión interior. Pero frecuentemente, una circunstancia mayor, tal como la ruptura de una relación, el fallecimiento de alguien amado o la pérdida de un trabajo, ha venido a invitaros a verdaderamente examinar en profundidad cuál es la esencia subyacente de esta tensión o intranquilidad.


Cuando el ego es el centro de vuestro ser, vuestra conciencia y vuestra vida emocional están en estado de calambre. Os halláis entonces encogidos por miedo, y debido a esta posición, estáis constantemente a la defensiva. Cuando os halláis en la etapa del ego, siempre experimentáis carencia, necesidad de más. No puede ser de otra manera. La base de vuestros pensamientos, sentimientos y acciones es un agujero negro, un vacío que nunca puede ser llenado completamente. A medida que desviáis vuestra conciencia de él, es un agujero de miedo, un lugar cubierto por sombras. En las sombras, hay un vacío, del cual sois vagamente conscientes, pero no queréis ir allí.
En esta etapa, vuestras relaciones con Dios, o Todo Lo Que Es, está marcada por sentimientos de separación. Profundamente en vuestro interior, os sentís solos y abandonados. Sentís como si fuéseis un fragmento quebrado, sin significado, sin propósito. Y mientras tratáis de ocultar el miedo a esto, lo único que conseguís es seguir experimentándolo indirectamente, como si de una sombra del mismo se tratara.


A la gente le aterroriza enfrentar el vacío interno con plena consciencia. Temen encontrar la cabeza de su oscuridad interior e investigarla. Sin embargo, si no la enfrentáis, seguirá estando allí, y necesitaréis desarrollar ‘estrategias para manejarlo’ para hacer la vida soportable. La estrategia del ego siempre es tratar con el problema en la periferia, en lugar de hacerlo en el centro. Vuestro ego busca resolver este problema trasladando la conciencia hacia fuera. Trata de aliviar el dolor interno alimentándoos con energías externas susstitutorias. Las energías a las que particularmente os aficionáis, como consecuencia de ello, son reconocimiento, admiración, poder, atención, etcétera. De este modo, el ego aparentemente crea una respuesta al anhelo profundo del alma por unidad, seguridad y amor.


Este anhelo es en sí mismo enteramente válido y genuino. Es Dios llamándoos. Es vuestra propia naturaleza llamándoos. ¡Sois Dios! Dios es la energía de la unidad, seguridad y amor. Todos anheláis el amor incondicional y el abrazo de la Energía que denomináis comúnmente Dios. En esencia, éste anhelo es el anhelo de reconciliarse y ser uno con el propio Ser divino. Vuestra propia divinidad es la entrada al amor incondicional. Sólo podéis encontrarlo yendo a través del miedo y la oscuridad que os rodea, y esto lo hacéis volviéndoos hacia el interior, en lugar de ir hacia el exterior. Y no es fácil. Este proceso se realiza empleando vuestra conciencia como una luz que ahuyenta a las sombras. La conciencia es luz. Por lo tanto, ésta no necesita luchar con la oscuridad; su mera presencia la disuelve. Volviendo su consciencia hacia el interior, en verdad os sucederán milagros.


El ego, sin embargo, procede exactamente del modo contrario. Registra la necesidad de amor y seguridad pero apunta a responder a esta necesidad sin enfrentar la oscuridad y el miedo interior. Para efectuar esto, aplica un cierto ‘truco’: transforma la necesidad de amor en necesidad de aprobación o reconocimiento por parte de otras personas. Una vez que incorporáis el pensamiento manipulador de  que ser amado consiste en ser admirado por los logros propios, ya no necesitáis ir al interior a por amor nunca más; ¡el precio es tener que trabajar cada día más duro para obtener el mismo pseudo-resultado! De este modo, el ego se esfuerza por mantener la tapa en la cacerola bulliente del miedo.


Vuestro anhelo original por amor y dichosa unidad es entonces distorsionado en el deseo por reconocimiento. Os halláis constantemente buscando validación externa, y la halláis a duras penas, consiguiendo temporalmente una provisión de cierta seguridad. Se crea una dependencia igual que con las sustancias que denomináis drogas. Vuestra conciencia está esencialmente focalizada en el mundo externo.
Confiáis en el juicio de otras personas y os altera sobremanera lo que la gente piense de vosotros y en qué concepto os tenga. Y sin embargo, este es muy importante para vosotros, para vuestra subsistencia, ya que vuestra autoestima depende trágicamente de esto. Paradójicamente y a medida que esta entrega sucede, notáis indefectiblemente que vuestra autoestima desciende y desciende, ya que habéis entregado vuestro poder a fuerzas externas, que os juzgan por vuestros desempeños externos, no por la naturaleza de vuestro verdadero ser.
Mientras tanto, el sentimiento profundamente asentado de abandono y soledad no es aliviado. En realidad empeora, debido a que rehusáis mirarlo. No querer mirar viene a ser vuestro ‘lado ensombrecido’. El miedo, el enojo y la negatividad pueden rondar por ahí e influenciaros, intensificados por la negación a ir dentro.
El ego puede ser muy tenaz cuando viene a suprimir ciertas dudas, sospechas y sentimientos; no entregará el control fácilmente.


Lo que percibís como ‘malo’ en vuestro mundo siempre es el resultado de adherirse al poder personal. Es rechazo a entregar control y aceptar el miedo y la oscuridad interior.
El primer paso a la iluminación es rendirse a lo ‘que es’.
Iluminación significa que vosotros permitís todos los aspectos de vuestro ser en la luz de vuestra conciencia. Iluminación no significa que seáis completamente conscientes de todo vuestro interior, sino que estéis deseando enfrentar cada aspecto conscientemente.
Iluminación es igual a amor. Amor significa entrega y aceptación de vosotros mismos tal como sois.


La oscuridad interior, que siente el abandono en lo más profundo de sus almas y que todos vosotros teméis tanto, es temporal. La etapa del ego es solo un paso en el largo desarrollo y despliegue de la conciencia. En esta etapa, el primer salto consiste en dirigirse hacia una conciencia divina individualizada.
El nacimiento de una conciencia individual, el nacimiento de vosotros como ‘almas separadas’, va junto con la experiencia de ser dejado solo, de ser separado de vuestra Madre/Padre. Es comparable al trauma del nacimiento en vuestro mundo físico. En el útero, el bebé experimenta un sentimiento oceánico de unidad con su madre. Cuando nace, viene a ser una unidad en sí mismo. Debido a este trauma de nacimiento –hablando ahora del nacimiento del alma– el alma adquiere un sentimiento de ser dejada aparte; tiene que desprenderse de todo lo que es dado por hecho y garantizado.
(En un capítulo posterior, volveremos a la noción del nacimiento del alma; solo queremos remarcar aquí que también hay un aspecto del alma que es eterno y sin tiempo, es decir no expuesto al nacimiento y muerte).


El alma recién nacida anhela un retorno al estado de semiconsciencia de unidad, del cual ella viene y que ella considera ser su Hogar. Ya que esto, por su bien, es imposible, el alma experimenta gran temor y sentimientos de desolación y duda. Este temor interno y desorientación, gradualmente, generará el lugar de procreación para la confiscación de poder del ego. El alma tiene que tratar con el miedo y el dolor, y el ego promete darle una solución. El ego exhibe el prospecto de poder y control a la conciencia del alma. El alma, sintiéndose sin poder y perdida, se entrega y coloca al ego al comando.


El ego es esa parte del alma que está orientada hacia lo material, hacia el mundo externo. En esencia, el ego es el instrumento del alma para manifestarse a sí misma en el ser físico dentro del tiempo y el espacio.
El ego provee conciencia con foco. Este foco vuelve a la conciencia específica en lugar de oceánica e infinita, ‘aquí y ahora’ en lugar de ‘en todo lugar’. El ego traslada los impulsos internos a formas materiales específicas. Es esa parte de ustedes que llena el vacío entre la parte de ustedes no física (espiritual) y la parte física.
Para el alma como un ser espiritual no físico, es totalmente anormal estar estancada en tiempo y espacio. El alma es la parte de ustedes mismos esencialmente independiente y libre. El ego, por otro lado, ata y fija. Les permite funcionar en la realidad física necesaria para experimentar la realidad limitada del mundo material. Como tal, el ego juega un papel verdaderamente valioso que no tiene nada que ver con el concepto de ‘bueno’ o ‘malo’. Cuando el ego funciona en una situación equilibrada, su papel es absolutamente neutral y se convierte en una herramienta indispensable para el alma que habita en la tierra en un cuerpo físico.
Sin embargo, cuando el ego comienza a gobernar la conciencia del alma, en lugar de funcionar como su herramienta, el alma se desequilibra. Cuando el ego dispone sobre vuestra alma (el rasgo típico de la conciencia basada en el ego), el ego no traslada simplemente los impulsos internos a la forma material, sino que controla y suprime selectivamente aquellos impulsos. El ego entonces os presenta una imagen distorsionada de la realidad. El ego desequilibrado siempre está persiguiendo el poder y control y en esta luz interpretará todos los hechos como positivos o negativos.


Es bastante instructivo descubrir sus propias motivaciones basadas en el poder y control en vuestro andar diario. Tratad de observar cuán a menudo queréis atar cosas o personas a vuestra voluntad, aunque sea por una causa supuestamente noble. Reflexionad, ¿con cuánta frecuencia os enfadáis porque las cosas no salen como querríais?
Es importante darse cuenta que debajo de la necesidad de control siempre está el miedo de perder control. Por lo tanto preguntaos a vosotros mismos: ¿a qué os arriesgáis liberando el control, dejando ir la necesidad de lo predecible? ¿Cuál es mi temor más profundo?
El precio que ahora estáis pagando por mantener las cosas ‘bajo control’ es que vuestras actitudes hacia la vida son tensas y reprimidas. Son antinaturales e inarmónicas.
Cuando, no obstante, os atrevéis a vivir desde la inspiración interna, y sólo hacéis aquello que alegra (no confundir con el deseo, regido por el ego), esto creará un orden natural y verdadero en vuestras vidas. Os sentiréis relajados y felices, sin la necesidad de moldear el flujo de vida. Esto es vivir sin temor: vivir con plena confianza en lo que la vida os traerá. ¿Os sentís capaces de esto?


Para un alma joven, la trampa de la conciencia basada en el ego es casi inevitable. El ego ofrece una salida al problema existente (miedo y sensación de abandono); el ego desvía vuestra atención de ‘lo que está ahí en el interior’ hacia ‘lo que queréis/deseáis obtener del mundo externo’. Esta no es la solución real del problema, pero ilusoriamente parece traer alivio por un tiempo. Ejercer poder y control sobre vuestro entorno puede daros una satisfacción temporal o ‘estímulo’, un ‘subidón’ como lo llamáis. Hay un breve sentimiento de ser amado, admirado y respetado. Alivia su dolor por un tiempo. Pero es de corta vida y tenéis que esforzaros de nuevo para revivirlo e incluso superarlo, para ser mejores, más guapos o más útiles. Por favor, sed conscientes de que bajo la bandera del ego, podéis ser tanto dulces como maliciosos, tanto los que dáis como los que recibís, tanto dominantes como serviles. Mucho de lo que se da aparentemente con generosidad se convierte inconsciente en una solicitud de atención, amor y reconocimiento hacia el que recibe el regalo o atención (servicio, favor, etc.). Cuando estáis siempre cuidando y dando a otros, simplemente estáis escondiéndoos de vosotros mismos proyectando al exterior una petición de auxilio. Para entender qué significa la dominación del ego, no haca falta recordar a crueles tiranos como Hitler o Saddam Husseim. Sostened esto simplemente; observaos en vuestra vida diaria. La presencia de la dominación del ego puede reconocerse por la necesidad de controlar cosas. Pongamos que queréis que cierta persona se comporte de un modo determinado, por ejemplo. Para hacer que esto suceda, mostráis cierto tipo de comportamiento. Os mostráis condescendientes, atentos y dulces por ejemplo, y tratáis de ir con cuidado (pies de plomo lo llamáis) tratando de no herir nunca los sentimientos de algún otro. Existe, oculta, una necesidad de control tras de este comportamiento. “Deseo que tú me quieras, por lo que no estaré nunca te llevaré la contraria”. Esta línea de pensamiento está basada en el miedo. En el fondo esto habla del miedo a depender de vosotros mismos, miedo a ser rechazado o abandonado. Lo que parece ser dulzura y amabilidad en realidad es una forma de abnegación. Así trabaja el ego.


Mientras el ego gobierne vuestras almas, para que así os sintáis bien (y así sentirse bien él/ella), necesitaréis alimentaros a vosotros mismos con la energía de otros. Es una suerte de vampirismo. Parecéis necesitar merecer la aceptación de otras personas, proveniente de una autoridad externa estable. Sin embargo, el mundo que os rodea no es fijo o estable. En realidad nunca podéis confiar en la fidelidad permanente de aquél en quien confiáis, ya sea vuestro cónyuge, jefe o padres. Ésto es lo que deberíais ‘trabajar’ todo el tiempo, estar siempre alerta, en vigilancia, atentos a las ‘dosis de aprobación’ que os llegan. Ésto explica el estado de tensión y nerviosismo de la mente en el que permanentemente se encuentra cualquiera que esté en la etapa del ego.


El ego no puede proveeros de verdadero amor y autoestima. La solución que ofrece para el trauma de abandono en realidad es un agujero sin fondo. La verdadera misión de la conciencia del alma joven es volverse los padres que ha perdido.
Por favor sed conscientes de que le estructura de la vida terrestre, considerando el proceso de comenzar como un bebé desamparado y crecer para ser un adulto independiente, a menudo os invita a hacer precisamente eso. Cuán frecuentemente la llave para la felicidad real en vuestras vidas consiste en esto: que lleguéis a ser sus propios padre y madre, que os emancipéis para poder daros el amor y la comprensión que se perdieron porque alguien en quien confiábais os defraudó. A la larga, en el nivel metafísico del que hemos estado hablando, todo esto significa que debéis llegar a comprender que sois Dios, no una de sus pequeñas ovejas perdidas. Ésta es la comprensión que os devolverá al verdadero hogar, que os llevará de regreso a casa. Entender esto os conducirá al corazón de quienes sois, el amor y poder divinos.


El final de la etapa del ego acontece cuando el alma se da cuenta de que está repitiendo una y otra vez el mismo ciclo de acciones y pensamientos. El ego pierde su dominio cuando el alma se agota y queda exhausta y aburrida de tanto esforzarse todo el tiempo por una meta tan fugaz. El alma entonces comienza a sospechar que las promesas del juego en el que está participando son falsas y que, en realidad, no hay nada en ello que pueda ya interesarle. Cuando se cansa de intentar y estar encima de eso todo el tiempo, abandona un poco el control.
Con menos energía yendo a controlar los pensamientos y comportamiento, se abre un espacio energético que permite experiencias nuevas y diferentes.
Al principio, cuando entráis en esta etapa, podéis sentiros muy cansados y vacíos por dentro. Las cosas que antes considerábais importantes ahora pueden parecer carentes completamente de significado. A menudo, pueden emerger temores que no tienen causas claras o inmediatas. Pueden ser vagos temores a morir o a perder a vuestros seres queridos. También puede surgir ira, relacionada con tensiones en vuestros trabajos o en vuestra convivencia de pareja. Todo lo que parecía ser evidente por sí mismo ahora está bajo duda.


Y aquello que la conciencia basada en el ego intentaba prevenir, final e inevitablemente sucede.
Gradualmente, la tapa se levanta de la olla, y toda clase de emociones incontrolables y temores salen y accaden a vuestra conciencia procedentes del subconsciente donde se hallaban esclavizados y prisioneros, sembrando duda y confusión en vuestra vida. Es el caos. Bendito caos. Hasta ese momento, funcionábais en mayor medida en modo de ’piloto automático’. Muchos patrones de pensamientos y de sentimientos dentro de vosotros sucedían mecánica y automáticamente; les permitíais pasar incuestionablemente. Esto daba unidad y estabilidad a vuestra conciencia. Sin embargo, cuando vuestra conciencia crece y se expande, vuestra personalidad se divide en dos. Una parte de vosotros desea mantenerse en los viejos modos, la otra parte cuestiona estos modos y os enfrenta a sentimientos desagradables tales como la ira, el miedo y la duda.


La expansión de la conciencia que ocurre al final de la etapa del ego es de este modo frecuentemente experimentada como una experiencia ‘aguafiestas’, un intruso no invitado y mal recibido que arruina el juego. Esta nueva consciencia altera todo lo que antes parecía obvio y despierta emociones dentro de ustedes con las cuales no sabéis vincularos. Cuando empezáis a dudar de los modelos de pensamiento y acción basados en el ego, una nueva parte de vosotros resurge en vuestra consciencia. Es la parte de vosotros que ama la verdad en lugar del poder.


Vivir conforme a lo que dispone el ego es muy represivo y agotador. Consiste en servir a un pequeño y temeroso dictador que aspira al poder y al control, como medio de subsistencia, no solo sobre su entorno, sino específicamente sobre vosotros.
Vuestros flujos de sentimientos e intuición espontáneos son reprimidos por él. Al ego no le gusta mucho la espontaneidad. Os censura la libre expresión de vuestros sentimientos. Los sentimientos y las emociones son incontrolables e impredecibles, y eso es peligroso para el ego. 


El ego trabaja con máscaras. Si vuestro ego os dicta: “sé dulce y considerado, para ganar la simpatía de las personas”, entonces sistemáticamente suprimiréis sentimientos de desagrado e ira dentro de vosotros. Si comenzáis a dudar de la viabilidad de este mandato, estas emociones suprimidas aparecerán inmediatamente. Los sentimientos no se eliminan al ser suprimidos. Ellos siguen viviendo y ganan intensidad cuanto más son suprimidos.


Una vez que el alma experimenta el vacío y la duda que es tan característico del final de la etapa del ego, es posible encontrar y enfrentar todos los sentimientos y emociones que antes estuvieron escondidos en la oscuridad. Estos sentimientos y emociones contenidos son la puerta de entrada a vuestro Ser superior. Explorando lo que realmente sentís, en lugar de lo que se supone que debáis sentir (porque la sociedad así lo exige), recuperáis vuestra espontaneidad e integridad, esa parte de vosotros que a menudo es llamada el ‘niño interior’. Tomando contacto con sus verdaderos sentimientos y emociones os colocáis en el camino de la liberación. La transición a la conciencia basada en el corazón ha comenzado entonces.

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